Pepin, el marcador preferido de Maradona por su nobleza

En los preámbulos de la campaña 1983-84 un periodista catalán le hacía la siguiente pregunta a Diego Armando Maradona, por entonces ya el mejor jugador del momento y aspirante al cetro mundial de todos los tiempos: «Por cierto, Diego, ¿a usted quién le ha marcado mejor en nuestro país?»

El astro argentino no dudaba en su respuesta: «Si se refiere a nobleza, Pepín, el del Real Valladolid. Fue duro conmigo, pero correcto y noble». Otros como los madridistas Bonet y Camacho fueron lo contrario: «Bonet no tuvo contemplaciones conmigo y su compañero Camacho tampoco se quedó corto». Sin embargo, ninguno tan elocuente como el marcaje del italiano Gentile sobre el 10 de Argentina en el Mundial-82, ni qué decir de aquella temible entrada de Goicoechea que condenaría su tobillo poco después.

El cordobés Pepín se llamaba en realidad José Calzado Ferrer, pero para todos era Pepín. Es como si a Camarón o a Tomatito pretendemos conocerles por José Monje Cruz o por José Fernández Torres. Todos 'Joseses' pero ninguno invocado por su nombre y sí por su cariñoso apodo.

Pepín se desempeñó en el Real Valladolid desde la campaña 1980-81 hasta la 1983-84; procedente del Getafe militó en aquel Valladolid que en Primera división contó en esos años con Santos, Moré, Gilberto, Fenoy, Gail, Jorge, Rusky, Borja, Pato Yáñez, Minguela, Duque o Da Silva entre otros. Era un batallador. Un todoterreno no exento de técnica y capaz de dejar destellos, pero, sobre todo, un jugador necesario en cualquier equipo. Perfecto escudero de Moré, el catalán ponía la clase y Pepín, el derroche en el centro del campo. Tampoco se escaqueaba si había que ejecutar otras labores como lo fue la marca a Diego Armando Maradona aquella tarde que recuerda el argentino. Claro que no fue el único 'uno a uno' que realizó Pepín, ya que durante bastante tiempo, con Paquito y también con Mesones como entrenadores, se especializó en intentar anular al mejor futbolista del equipo rival. Dani o Rojo, en el Athletic; Kempes, en el Valencia; Valdano, en el Zaragoza; López Ufarte, en la Real Sociedad; Stielike, en el Real Madrid o el propio Maradona o Schuster en el Barça. Por aquel entonces ya se hablaba de Pepín como futbolista polivalente o comodín.

Y Maradona debía tener razón ya que, en sus 123 partidos en Primera, el blanquivioleta solo vio cuatro cartulinas amarillas y ninguna expulsión. «Recuerdo que me sacaron una amarilla por dar una patada a Francisco el del Sevilla», apunta un Pepín que tiene en su cabeza minutos y partidos. «A Maradona era diferente. Había que anticiparse y, si no llegabas, aguantar y aguantar porque era capaz de salirte por cualquier sitio». Un tipo curioso, pero un buen tipo. De largas greñas pelirrojas, desgarbado y con pintas enclenques, su aspecto fuera del campo con ropa vaquera, botines de punta, y americana desvencijada no parecía el de un futbolista de Primera División.

Conducía por aquel entonces un Renault 'Fuego' 2.000 rojo matricula de Córdoba, fumaba tabaco negro sin ocultarse lo más mínimo y era cliente habitual de establecimientos de hostelería donde alternaba con amigos y cervezas&hellip. pero el más cumplidor en el campo. Un futbolista se dice ahora 'honrado', como si el resto, en sentido contrario, no lo fueran. Además era 'hermano' y 'consejero' para los más jóvenes que como Javi, Duque, Gail o Juan Carlos se asomaban al primer equipo.

Anotó más de diez goles y su último encuentro con la camiseta del Valladolid fue ante el Real Madrid. Seis meses después estaba defendiendo la blanquiverde de su ciudad natal, el Córdoba, en Tercera división. Había decidido prestar allí sus servicios y eso que el club andaluz estaba en plena descomposición orgánica. No le importó perder dos años de contrato sin duda más sustancioso y jugar en una categoría superior. Cuando le comentó al presidente del Real Valladolid, Gonzalo Alonso, que quería la carta de libertad para irse al Córdoba en Tercera División, el mandatario no se lo podía creer pensando que en realidad iba a recalar en el Racing o en el Elche, clubes que pretendían sus servicios.

Pero se marchó a su casa, con los suyos, con su hermano Litri, otra institución en el Córdoba, para obrar que el otro club de sus amores lograra con él el ascenso a Segunda B. Eso se lo han agradecido allí de por vida. Por eso cuando Pepín pasea por los alrededores de La Mezquita no hay quien no se pare a saludarle o a invitarle a una cañita de cerveza. Y Pepín siempre se la toma con alegría.

Link: http://realvalladolid.elnortedecastilla.es/noticias/2011-05-11/pepin-noble-marcador-maradona-20110511.html

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